Es misión fundamental de los MMI desarrollar un proceso integral de evangelización, que tiene como objetivo:
Llevar a las personas a un encuentro personal con Cristo por la proclamación de las verdades fundamentales de nuestra fe (Kerigma).
Proveer a los integrantes de un proceso sistemático de formación para alcanzar su madurez en la fe (catequesis-liturgia) y así convertirse en verdaderos testigos de Cristo en el mundo por medio de la palabra y de los hechos.
Incentivar una mayor participación en la vida sacramental, además de una vida comunitaria en sus respectivas parroquias.
Suscitar la Adoración Eucarística.
Fomentar una mayor devoción Mariana, a través de la Consagración a María, por el método de San Luis de Montfort, el rezo del Santo Rosario, la imitación de las virtudes Marianas, etc.
Fomentar un proceso de vida en comunidad apoyando la formación espiritual, creciendo en el discipulado y vocación personal (matrimonio o vida religiosa).
Rescatar la devoción e imitación de la vida de los santos.
Reavivar la devoción religiosa de novenas, vigilias, y practicas sacramentales de peregrinaciones, etc.
Promover la continua oración por las necesidades del Santo Papa, Sacerdotes, Seminaristas y de toda la Iglesia en general.
Para realizar esta misión y alcanzar sus objetivos la comunidad imparte seminarios, talleres, cursos, retiros, asambleas de oración, así como otras actividades con el propósito de evangelización (Can.773). Esto se logra en persona, con encuentros cara a cara, el uso de medios y otros métodos de comunicación disponibles (Can.779).
En consonancia con las dimensiones de Evangelización Pastoral (Kerygma, Disdaskalia, Koinonia, Dioconia, Martirya) se comienzan a trabajar encuentros de indole kerygmatico los cuales tienen como fruto un encuentro personal con Jesús causando en los fieles una experiencia religiosa profunda e intensa produciendo una autentica conversión personal y un cambio de vida integral.
Como resultado de dichos encuentros surge la necesidad de organizar un proceso de formación (Didascalia) que permita el crecimiento y profundización de la fe logrando una madurez de la experiencia religiosa y no solamente un conocimiento teórico, sino más bien una experiencia de crecimiento espiritual, personal y comunitario.
Como el nombre lo indica, Misioneros de María Inmaculada, la espiritualidad es totalmente mariana donde se promueve la consagración total de la vida y servicio a la iglesia a la por medio de la Santísima Virgen a nuestro señor Jesucristo, siguiendo una auténtica y verdadera devoción a ella como lo manifiesta San Luis María de Montfort en sus obras, la cual deriva en un profundo amor a la iglesia y los sacramentos.
Dentro de nuestra espiritualidad mariana promovemos el escrute de la palabra, el rezo diario del santo rosario, unido a la liturgia de las horas, la cual promovemos fuertemente como medio especialísimo de unidad a la oración universal de la iglesia
El amor por la iglesia nos mueve a tener como pilar de nuestra espiritualidad mariana la intercesión por los sacerdotes los cuales ocupan un lugar de privilegio en la vida de oración. Por este motivo se trata de concientizar todos los miembros de la comunidad en el papel fundamental de los presbíteros de la vida de la iglesia como “Sacramento de Salvación” siendo ellos los principales dispensadores de la gracia de Dios, por lo que estamos llamados a acompañarles en obediencia y oración como lo señala el Papa Emérito Benedicto XVI “Pedir esto al dueño de la mies significa ante todo, orar por ello, sacudir el corazón del dueño, diciéndole “¡Hazlo por favor, despierta a los hombres, enciende en ellos el entusiasmo y la alegría por el evangelio, haz que comprendan que este es el tesoro más valioso, más que cualquier otro y que quien lo descubre no puede hacer otra cosa que transmitirlo.”
Aunado a los ya mencionados rasgos que permean fuertemente la experiencia de vida cristiana, se suma el profundo amor a Jesús Eucaristía el cual tenemos como principal alimento de los procesos de crecimiento espiritual y evangelización, como lo diría su santidad Benedicto XVl en su exhortación apostólica post sinodal SACRAMENTUM CARITATIS en el numeral 14 “La iglesia vive de la eucaristía", teniendo esto como premisa la participación asídua a la santa eucaristía así como la adoración eucarística, la vida de los santos y el testimonio de vida son las bases donde se asienta el proceso de crecimiento espiritual.